La producción francesa De dioses y hombres, que se estrena en España el próximo catorce de enero, nos sitúa en un monasterio de las montañas del Magreb a mediados de los noventa. Un grupo de monjes cistercienses viven allí en perfecta armonía con la población musulmana, trabajando con ellos y participando en sus celebraciones hasta que, inesperadamente, varios trabajadores extranjeros son asesinados.
La película narra, a partir de ese punto, la verdadera historia de siete monjes franceses que en 1996 fueron secuestrados y asesinados por extremistas islámicos, y le sirve al director Xavier Beauvois para meditar sobre el tenso diálogo entre el Cristianismo y el Islam, la violencia fundamentalista y el precio de la fe. La mayor virtud de De dioses y hombres es, según el crítico de cine Nando Salvá, la convicción de su lenguaje fílmico, un idioma de severidad y austeridad que imita los vastos silencios a los que los monjes han decidido consagrar su vida, y su consecuente atención a los rituales litúrgicos de sus protagonistas, sus hábitos cotidianos y su profundo amor mutuo por el mundo que los rodea.
El realizador Xavier Beauvois, con pocos largometrajes en su haber, se ha hecho ya un nombre entre el panorama cinematográfico europeo a base de premios en importantes festivales, como el logrado en Cannes por la presente cinta. Encontramos en ella un doble objetivo: por un lado, aboga por la lucha personal para conseguir la paz interior; por otro, se une al mensaje de que la convivencia entre personas de distintas creencias y cultura es posible. Habrá que esperar aún unos días para poder verla en nuestras salas, si bien tras su paso por Cannes, la predisposición es, desde luego, bastante favorable.
El realizador Xavier Beauvois, con pocos largometrajes en su haber, se ha hecho ya un nombre entre el panorama cinematográfico europeo a base de premios en importantes festivales, como el logrado en Cannes por la presente cinta. Encontramos en ella un doble objetivo: por un lado, aboga por la lucha personal para conseguir la paz interior; por otro, se une al mensaje de que la convivencia entre personas de distintas creencias y cultura es posible. Habrá que esperar aún unos días para poder verla en nuestras salas, si bien tras su paso por Cannes, la predisposición es, desde luego, bastante favorable.