Basada en una novela de Tatiana de Rosnay, La llave de Sarah —que se estrena el próximo treinta de diciembre—, abre desde el presente una interesante puerta al pasado y supone un examen de conciencia contemporáneo sobre el expolio nazi.
Ambientada en ese París al que sólo tienen acceso los profesionales de clase alta, pone el foco en el personaje de Julia Jarmond (Kristin Scott Thomas), una periodista americana casada con un francés, que compatibiliza la reforma de una casa estupenda del centro de la ciudad con un trabajo de investigación sobre el expolio al que fueron sometidos los judíos franceses durante la ocupación nazi.
La acción retrocede a esa época y se centra en la historia de una niña, Sarah, que de la noche a la mañana cambió su hogar por un campo de concentración. Angustiada porque escondió a su hermano pequeño en un armario de la casa familiar, todos sus esfuerzos van en una dirección: escapar de allí para rescatarle. Partida ya la acción, las informaciones que va recopilando la periodista y las dificultades que afronta la niña judía, hace que presente y pasado confluyan en una revelación dramática.
Ambientada en ese París al que sólo tienen acceso los profesionales de clase alta, pone el foco en el personaje de Julia Jarmond (Kristin Scott Thomas), una periodista americana casada con un francés, que compatibiliza la reforma de una casa estupenda del centro de la ciudad con un trabajo de investigación sobre el expolio al que fueron sometidos los judíos franceses durante la ocupación nazi.
La acción retrocede a esa época y se centra en la historia de una niña, Sarah, que de la noche a la mañana cambió su hogar por un campo de concentración. Angustiada porque escondió a su hermano pequeño en un armario de la casa familiar, todos sus esfuerzos van en una dirección: escapar de allí para rescatarle. Partida ya la acción, las informaciones que va recopilando la periodista y las dificultades que afronta la niña judía, hace que presente y pasado confluyan en una revelación dramática.